Piscina y el Jardín
Nuestro corazón verde:
Más que una piscina y un jardín
La Piscina
Hay un lugar en la casa que no tiene paredes ni techo, pero que protege y acoge como ningún otro. Es nuestro jardín. Un pulmón verde diseñado no para ser admirado, sino para ser vivido.
Un espacio donde el único requisito es descalzarse, respirar hondo y dejar que la naturaleza haga su magia.
Rodeada de verde y silencio, nuestra piscina es una lámina de agua turquesa que te invita a soltarlo todo. No es una piscina para hacer largos, es una piscina para deshacer nudos.
Imagina un día perfecto aquí...
La mañana avanza despacio. El sol calienta lo justo, y el agua espera en silencio. Te acercas, sumerges los pies, y el frescor recorre tu cuerpo como un suspiro largo. Un chapuzón, y todo lo demás desaparece.
Después de una jornada entre rías, senderos y marisco, regresas a casa. Al tuyo por unos días. Te lanzas sin pensarlo a la piscina: el calor se disuelve, la mente se apaga. Flotar es lo más parecido a no tener preocupaciones.
Más tarde, la luz dorada del atardecer acaricia el agua. Una copa en la mano, una charla pausada, y la piel aún tibia del sol. Todo ocurre a un ritmo distinto. Más tuyo.
Esto no es solo una piscina. Es tu pausa, tu recompensa, tu espacio para reconectar contigo.
El Jardín
Hay rincones que no aparecen en los planos, pero se quedan en la memoria. Uno de ellos está aquí, entre las hortensias, los robles y las hamacas.
Es ese lugar donde el tiempo se estira, el aire huele a campo limpio, y el cuerpo por fin afloja. Aquí, cada rayo de sol que se filtra entre las hojas parece decir lo mismo: “no corras”.
Porque este jardín no está hecho para pasar por él, sino para quedarse un rato más.
Una fábrica de momentos..
Despiertas, preparas un café y sales al jardín. Con los pies descalzos sobre el césped húmedo por el rocío, respiras el aire puro. El silencio es real, profundo. El día aún no ha empezado, y ya sientes que te has reseteado.
Después de explorar los tesoros de la comarca, vuelves a casa, a tu refugio. El jardín te recibe con sombra fresca, aromas y esa calma que no se compra. Te tumbas en la sombra de las sombrillas, dejas el móvil lejos, y el tiempo se vuelve generoso.
Ahora, con las luces suaves del jardín encendidas, el cielo se llena de estrellas como solo se ven lejos de la ciudad. El canto de los grillos es la banda sonora. Y piensas: «esto es».
Esto no es solo un jardín. Es el alma verde de la casa. El lugar donde por fin sientes que estás exactamente donde quieres estar.
No lo decimos nosotros, lo dicen quienes ya han parado el reloj aquí.
Tu historia en Galicia empieza con una decisión.
Las plazas son limitadas. Somos un refugio pequeño para garantizar tu tranquilidad.
Puedes seguir buscando entre decenas de casas rurales clónicas. O puedes elegir un lugar con alma, pensado para resolver tus necesidades y superar tus expectativas.
